jueves, 29 de abril de 2010

La Busqueda


En un lugar cuyo nombre no me acuerdo, existió una pequeña bebe llamada Sophia.
Era una hermosa bebe de pequeños risos dorados unas mejillas coloradas, todo el mundo que la veía quedaba encantado con ella.

Un día su padre Freddy y su madre Florinda se fueron a pasear y dejaron a su pequeña hija con la vecina, Oliva una viejita muy linda y tierna que quería mucho a Sophia
Después de que se fueron sus padres ellas se fueron a hacer compras para la casa, luego se fueron a comer helado pero Sophia tenía mucho sueño y en el camino se quedo dormida en los brazos de Oliva, a ella no le importo, pues le gustaba mucho cargarla.

Estaba anocheciendo y las calles estaban vacías, desde que el vecindario estaba siendo atacado por bandas de delincuentes, todo el mundo prefería retirarse temprano a casa.

Cuando Oliva se dio cuenta de la hora se alarmó y decidió volver a casa pues el helado se lo podían comer otro día pero cuando estaban llegando, Oliva escucho que la estaban llamando, miro para todos los lados y no vio a nadie así que siguió caminando, escucho que la llamaban nuevamente, miro y no vio a nadie así que empezó a caminar más rápido y mirando para todos los lados pero nunca veía a nadie, de repente entre las sombras salió un señor grande y musculoso, Oliva empezó a correr lo más veloz que le permitían sus piernas, pero el señor era más rápido que ella y la alcanzo a los pocos minutos, Oliva estaba gritando pero nadie la escuchaba , el señor se paro enfrente de ella y le quito a Sophia, ella se despertó y empezó a llorara porque estaba asustada pero el señor no le importo, la tapo la boca con su mano, tiro al suelo a Oliva que lo mirada con suplica y se dirigió hacia un carro que lo aguardaba en la esquina.

Oliva sintió que su vida se iba en ese auto, corrió con todas sus fuerzas, grito una y otra vez pero nadie respondía sus llamados, solo en ese momento se dio cuenta que su cabeza sangraba, se sentía débil y aturdida, continuo corriendo sin saber exactamente hacia dónde dirigirse pero su cuerpo no le respondió y callo tendida en el suelo. Cuando se despertó no sabía dónde estaba, ni cuánto tiempo llevaba allí, solo podía pensar en Sophia, trato de incorporarse y sintió que su cabeza estallaba de dolor, a su lado una enfermera trataba de tranquilizarla y 2 policías se encontraban en la habitación del hospital al que la habían traído hacia unos momentos luego de encontrarla herida en la calle.

Oliva sintió un gran alivio al ver a los oficiales y les conto lo sucedido esa noche, ellos se comunicaron de inmediato con los padres de la niña para contarles lo sucedido y organizaron sin demora una gran búsqueda de la pequeña, la noticia se difundió rápidamente, todos los habitantes del pueblo conocían a Sophia y a sus padres y pese al temor que reinaba por esos días, todos sin excepción se ofrecieron a buscarla.

Pronto llegaron los padres de Sophia, con la tristeza enmarcada en su rostro y abrazaron a Oliva, que sintió un gran descanso al sentir que nadie la culpaba excepto ella misma, no podía dejar de pensar en el rostro de angustia de la pequeña cuando ese monstruo la tomo en sus brazos, como quisiera que nada de eso hubiera pasado, pero de nada servía sus lamentaciones, había que actuar y pronto.
La policía y todo los habitantes del pueblo recorrieron cada rincón del lugar sin éxito alguno, las horas pasaban y el temor aumentaba, esperaban una indicio, una nota, una llamada, cualquier cosa que les informara sobre el paradero de su hija o sobre las pretensiones de los secuestradores.

Los días pasaron y nadie sabía dónde estaba Sophia, mientras tanto Oliva se recuperaba y cada día recordaba más detalle del hombre que se llevo la niña, gracias a esto lograron hacer un retrato hablado del hombre y al compararlo con los registros de la policía pudieron comprobar que era un delincuente muy buscado y que ya había estado en varias oportunidades a la cárcel por secuestre y extorción.
A los pocos días llego a la casa de los padres de Sophia la temida carta, les pedían por devolver a la niña una suma exorbitante de dinero, ellos inmediatamente sacaron todos los ahorros que tenían en los bancos, vendieron gran parte de sus bienes, todo lo necesario para poder volver a abrazar a su niña. La policía les dijo que entregar el dinero no era garantía de que los delincuentes cumplieran su palabra, por ello diseñaron un arriesgado plan, podrían micrófonos en Freddy y Florinda y los seguirían lo más cerca posible sin ser vistos y en el momento adecuado atacarían a los secuestradores.

Cuando llego el momento del rescate Freddy y Florinda estaban muy nerviosos, primero por la sensación de alegría de volver a ver a su hija y segundo por el temor constante de que algo saliera mal, pero no dejaron que el miedo los dominara, así que continuaron con lo planeado, el llegar al lugar indicado el mismo hombre que ataco a Oliva los estaba esperando.
-Quiero ver el dinero –dijo el hombre con brusquedad. Freddy abrió el maletín con las manos temblorosas permitiendo que el hombre viera el dinero.
- Ciérralo, tíralo en el piso y patéalo hacia mí.
Freddy lo puso en el piso pero antes de patearlo dijeron: no tendrás el dinero sin que antes nos entregues a nuestra hija.
- Trae a esa mocosa – dijo el hombre dirigiendo a alguien que lo aguardaba en el auto.
Freddy y Florinda sintieron que el corazón les daba un vuelco cuando escucharon llorar a su bebé.

El hombre que estaba en el auto acerco a Sophia a unos cuantos pasos del primer hombre, permitiendo que sus padres la vieran pero no tan cerca como para tomarla. El primer hombre dijo: - Ya vieron a su hija, ahora el dinero
- primero danos a la niña y luego tendrás tu sucio dinero – dijo Freddy con valentía.
- Sin dinero no hay trato – dijo el hombre que tenía en brazos a la niña e hizo ademan de irse.
Florinda miro con desesperación a Freddy y le dijo – por favor dales lo que piden. Finalmente hicieron el intercambio y cuando esto sucedió la policía hizo su aparición, Freddy y Florinda salieron corriendo con Sophia en brazos, los delincuentes se lograron escapar a pesar del esfuerzo de la policía. A Freddy y a Florinda ya nada les importaba solo ver la dulce sonrisa de su hija, aunque no tenían dinero, ni grandes cosas tenían el mayor de los tesoros: a su hija a su lado.

Gomita - Grado 7

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