martes, 4 de mayo de 2010

El secreto del estanque.

El sol golpeaba con intensidad mi pálida piel y la brisa de medio día desordenaba mi cabello. En aquel exuberante bosque encontré un apacible y cristalino estanque que me sedujo a ver mi reflejo en él. Al acercar mi rostro hacia la orilla para apreciarlo, sentí que una fuerza me arrastraba hacia el fondo del estanque. Al abrir los ojos me percaté que frente a mi se encontraba un joven de tez pálida como el mármol, pelo negro azabache, labios color carmesí y ojos negros como la noche. Las facciones de su rostro eran perfectamente dibujadas y por alguna extraña razón esta perfección se me hacia familiar. A su lado se encontraba mi difunta abuela, Rose, con una sonrisa en el rostro. El asombro dio la posibilidad de reaccionar, así que permití que la gélida mano del chico rozara la mía. En este instante la figura del dios humano se convirtió en un esqueleto sin rostro envuelto en una túnica negra .En ese momento comencé a sollozar entre gritos.


- Sam, tranquilízate- gritó mi madre asustada- ¿Qué soñaste esta vez?

- Lo de siempre mamá. Siempre el fantasma de la abuela me persigue.

- Debe ser producto de la mudanza y del cambio de ciudad. Yo sé que es difícil, pero te acostumbraras. Por Dios, ya es muy tarde, ve arréglate que tienes que ir al colegio- me dijo mi madre tiernamente.

Inmediatamente le hice caso a lo que me ordenó y después de desayunar lo más rápido que pude, me dirigí a la estación del metro. Al llegar al colegio, me encontré con un lugar lleno de zonas verdes y de una arquitectura moderna, no pude admirarlo por mucho tiempo, pues tenía que buscar mi salón de clases con el mapa y el horario que me habían entregado en la recepción.

Las clases pasaron rápidamente y sin emoción alguna hasta que en la última clase sucedió algo inesperado. Mientras me encontraba esperando a que el profesor iniciara la clase, un desconocido se sentó a mi lado silenciosamente. No le había observado el rostro, pero algo en él era enviciador, algo magnético quería obligarme a apreciar su cara. La tentación me ganó, al observar su rostro una corriente de electricidad fluyó por mi cuerpo al darme cuenta que era el chico de mis sueños. Sus ojos se veían tan reales como en mi ilusión y a diferencia de ésta podía ver como el extraño espíritu negro lo rodeaba. No podía salir del aturdimiento, sólo acaté en pedir permiso al profesor para que permitiera salir de clase, fingiendo enfermedad. El chico decidió seguirme, así que salí huyendo hacia el bosque colíndate de la escuela.

Perdida entre las ramas intenté buscar la salida de este tétrico lugar, pero con lo único que me encontré fue con la presencia del chico misterioso.

- Mira, no sé quien eres, pero creo que te conozco. Creo que te llamas Andrew.

- Lo mismo me sucede. De alguna manera sé que te llamas Sam –confesó.

- ¿Qué eres tú?, ¿Qué es ese espíritu negro que te rodea?- pregunté



- No sé cómo los sabes, pero los sabes. Yo soy un Darken, somos seres de otro mundo que hemos sido desterrados por ser considerados unos asesinos roba almas- dijo tranquilamente- Sabes, mejor acabemos con todo esto, acompáñame al estanque de la verdad. Éste nos dirá todo lo que necesitamos saber.

Asentí con la cabeza, estaba muy asustada de saber que me encontraba al lado de un posible asesino. Andrew tomó uno de sus cabellos y lo guardó en el bolsillo de mi chaqueta. En ese instante aparecimos casualmente en el mismo estanque de mi sueño, ambos nos sumergimos en esté .Aquel lugar me mostró todo lo que quería saber, me reveló que el abuelo de Andrew fue el culpable de la muerte de mi abuela. Él robó su alma, a pesar de que ella lo amaba con locura y desesperación, mi pobre abuela murió engañada creyendo que el sentía lo mismo. En ese momento entendí que Andrew y yo teníamos una conexión desde nuestros antepasados y ese era el motivo por el que nos conocíamos.

Al salir del estanque un sentimiento de ira me recorrió todo el cuerpo. Sentí que había encontrado a quien siempre había deseado.

- Tu abuelo fue el culpable y tú eres su familiar. Para mi es como si tú la hubieras asesinado. Eres un asesino-dije histéricamente.

En ese momento dos ángeles que aparecieron de la nada se llevaron a Andrew a la fuerza, supuse que era ley de su mundo que venía por el para juzgarlo. Al encontrarme sola se me apareció el espíritu de mi abuela que me enseñó una visión. En ella me mostró que el culpable de su muerte había sido un hombre lobo que la había atacado mientras se encontraba en el bosque y que el abuelo de Andrew sólo trató de defenderla. La culpa me invadió por completo, había culpado a un inocente. Lo único que se me ocurrió fue guardar la visión en una gota de agua del estanque y apretar con fuerza el mechón de pelo de Andrew, esperando que éste me llevara a donde se encontraba. Mágicamente funcionó. Me encontraba en un tribunal lleno de seres extraordinarios. Inmediatamente me dirigí hacia donde se encontraba el juez y le mostré la prueba. Él sin desconfiar de ésta la tomó como verídica y liberó Andrew de toda culpa.

Al salir de allí le di un gran abrazo a mi nuevo amigo y le pedí perdón por la desconfianza, él muy tiernamente me correspondió el abrazo, prometiéndome que me ayudaría a encontrar al culpable de la muerte de mi abuela.

Melissa Valencia Hernández - Grado 8

No hay comentarios:

Publicar un comentario